Latacunga: de la Mama Negra a la laguna de la Quilotoa | Patoneando
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Latacunga: de la Mama Negra a la laguna de la Quilotoa

Llegué a Latacunga desde Quito con la idea de hacer base dos días y visitar la laguna de Quilotoa, una de las más hermosas de toda Latinoamérica según muchas guías de viajes. Hace unas horas Alex mi host de Couchsurfing me fue a recoger en la terminal de buses. Un chico de casi mi estatura, tez morena y pelo negro color azabache que se mezcla con sus rulos semi lacios. Trabaja como profesor de ingeniería en una de las facultades de la Universidad Técnica de Cotopaxi. Durante más de un año viajó por Asia y África y hoy en día recibe a viajeros para no perder el contacto con «este mundo».

Después de dejar mi mochila en su casa, me invita a probar un plato típico de la región y luego me hace un tour por la ciudad. Parece que hubiera leído mis pensamientos. De manera imaginaria le expongo mis deseos de conocer algo «diferente» y el se ofrece a ser mi guía personal.

Honestamente no conocía nada sobre Latacunga y todo lo que Alex me explica, me sorprende enormemente. Nos detenemos en frente de una estatua que me llama la atención. Un personaje disfrazado con un traje parecido al de los indígenas otavaleños, compuesto de grandes faldones y una blusa bordada. Su rostro está pintado de negro, sus manos cubiertas con guantes y en su mano izquierda sostiene una muñeca que representa a su hija menor. Está encima de un caballo y simula estar cabalgando con donaire de maestría. Es la Mama Negra, me dice Alex mientras interrumpe mis pensamientos. Dos veces al año, en septiembre y en noviembre se celebra la fiesta que homenajea a este personaje, agrega.

-Pero … No entiendo ¿Por qué? ¿Es un hombre o una mujer?

-De eso se trata. Algunos dicen que es un hombre disfrazado de mujer, otros dicen que es ambos.

Yo frunzo la ceja

-Nadie sabe con exactitud quién se inventó este personaje. La historia cuenta que hace más de 200 años para apaciguar la furia del volcán Cotopaxi, el pueblo le hizo una ofrenda  la Virgen de la Merced con fiestas, comidas y disfraces entre los cuales se encuentran la Mama Negra. Cada año para personificarla, eligen a un personaje ilustre de la ciudad, quien acepta con mucho honor -dice con firmeza esta frase- salir disfrazado de la Mama Negra.

Representación de la Mama Negra. Hoy me reprocho por no haber tomado ni una foto de la escultura. Ésta fue sacada de Pinterest

Me parece increíble como toda una cultura es moldeada por un simbiosis de creencias religiosas y la furia de la naturaleza. La fiesta de la Mama Negra se celebra en la ciudad de Latacunga dos veces al año. Una en septiembre y la otra en Noviembre. Son más de diez personajes típicos y alrededor de la ciudad se pueden ver varias estatuas representando algunos de éstos.

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No es la mejor foto pero en este mural está ilustrado el volcán Cotopaxi junto con todos los personajes representativos de la fiesta de la Mama Negra

Es la primera vez que veo una ciudad llena de estatuas y monumentos de este tipo. Coloridos, alegres, diferentes. Personajes que marcan la cultura y costumbres de un pueblo.

LA LAGUNA DE LA QUILOTOA

En Latacunga el tiempo se dilata y pasa con lentitud. Me siento enferma y el clima frío y lluvioso no me ayuda a mejorarme. Sin embargo, decido conocer la laguna de la Quilotoa. Me habían dicho que era uno de los lugares más hermosos de Latinoamérica y la curiosidad me gana.

Desde el bus las ventanas van enmarcando los perfiles de las montañas. Mi mirada se pierde allá lejos donde la brecha es más angosta. Nos detenemos repetidas veces en rutas polvorientas por donde avanzan gente cargando a sus espaldas mercancía, legumbres y mujeres a sus bebés en sus mantas de colores vivos.

Después de casi tres horas de ruta, llegamos. Le pido indicaciones al conductor del bus para llegar a la laguna. Me bajo junto con un grupo de franceses, israelitas y estadounidenses (a juzgar por su acento). Caminamos casi en fila india y deseo separarme lo más antes posible. Soy la única que viaja sola. Cuando subo el mirador, desde lo alto se ve en todo su esplendor: color verde- azul marino, cristalina. Me gusta. La laguna de Quilotoa está dentro del cráter de un volcán muerto. La naturaleza es maravillosa. Me entran ansias de tocar el agua y minutos después decido bajar.

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Vista desde el mirador

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Es uno de los lugares más hermosos -y románticos- que he visto.

El camino es en bajada y está formado por tierra y piedras. Bajo cuidadosamente prestando atención a la vegetación. Me encantan las flores con formas de estrellas y abanicos.  Por casualidades de la vida me cruzo con tres personas  que me hacen bromas y me dicen que tenga cuidado al bajar. Uno de ellos se detiene porque el cansancio le gana la batalla y me pregunta de dónde vengo. Al responderle caímos en una telaraña de preguntas y respuestas que nos llevó a los cuatro a entablar una conversación durante más de treinta minutos. Se ofrecieron a ayudarme desinteresadamente, se preocuparon por mi, me dieron consejos de seguridad, me compraron postales para ayudarme a seguir y quisieron seguir en contacto conmigo para mandarme mensajes de apoyo y ánimo durante mi travesía. Gracias a este tipo de personas que ayudan a seguir viaje, le apuesto al viaje como estilo de vida y a la hospitalidad como motor de este viaje. siento que aún me falta mucho por aprender pero estoy en la evolución de viajar no sólo para ver lugares sino también para conocer gente y vida. Me despido de los dos señores y de la esposa de uno de ellos y sigo mi camino en descenso. 

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Raúl, uno de ellos.

Al llegar abajo lo primero que hago es tocar el agua. Está gélida. Observo  mi alrededor y noto que la belleza que nos rodea es indescriptible, inmensurable la soledad. La dicha me dura poco tiempo. El cielo emite potentes estruendos y amenaza lluvia. Debo subir lo más pronto posible pero sé que me esperan por lo menos dos horas de caminata. Intento acelerar el paso pero la subida es muy empinada, estamos a más de 3.900 metros sobre el nivel del mar y me quedo sin respiración rápidamente. La lluvia empieza arreciar y rápidamente saco mi impermeable para cubrirme a mí y mi mochila. Así es la naturaleza en el mes de abril. Caprichosa. Tienes cortos intervalos de sol y en minutos se vienen rachas repentinas de lluvia y tormentas.  Un ejército gris invade la tierra, el agua se cuela en mis zapatos y la lluvia es incesante, cae con furia y no merma un instante. Mis pasos se hacen más pesados, grandes gotas de agua helada me escurren la frente y luego el cuello y la espalda. El mundo se reduce al lugar donde voy caminando porque la envoltura de agua y niebla no me dejan ver nada. Lo que hace unos instantes era azul, verde y cristalino, ahora es una nebulosa.

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Abajo, antes de que la lluvia empezara a caer

Cuando por fin llego arriba, estoy empapada y el frío me cala hasta los huesos. Me apresuro a buscar un lugar para tomarme algo caliente y tres mujeres indígenas me invitan a calentarme mientras encienden la leña en una pequeña estufa de metal. Me tomo un canelazo acompañado con un choclo (en Colombia le decimos mazorca)  y queso. Aunque intento calentarme, no funciona y debo regresar a Latacunga lo más pronto posible. Vuelvo bajo la lluvia y camino hasta la carretera donde debo esperar a mi suerte. Minutos después se acercan dos mujeres y un chico. Los tres  muy jóvenes. Me hacen compañía y empezamos a hablar mientras esperamos cualquier bus que nos regrese a Latacunga.

La espera es larga, todos tenemos frío y la lluvia no da tregua. Decidimos tomar un auto que nos lleve hasta Zumbahua y allí esperamos casi una hora que pasara un bus hasta llevarnos a Latacunga. El regreso se hace ameno gracias a la conversación que entablé con Luis Fernando, el chico que vino desde Quito a pasear con sus dos hermanas y quienes esperaron conmigo durante interminables horas a que pasara el bus.

Mis días en Latacunga se extendieron más de lo esperado, después de este día lluvioso y frío mi enfermedad empeora y Alex me hospeda en su casa durante más tiempo mientras me recupero. Estos días de paseo en la laguna, del encuentro de personas en mi camino que de una u otra forma me dejan una enseñanza y me brindan su apoyo, de reposo en una ciudad de la que no conocía nada y ahora me retiene, me hacen pensar que el mundo es visible y por eso me dedico a contemplarlo. 

INFO PRÁCTICA PARA LATACUNGA

Cómo Llegar: Los autobuses desde Quito parten cada media hora desde el terminal terrestre de Quitumbe, al sur de la ciudad, y el costo es de aproximadamente 2usd. Tarda aproximadmente hor y media en llegar.
Desde Ambato parten buses cada media hora (hasta las 6:00PM) y el costo aproximado es de 2 usd.

Desde Quito salen taxis privados. El costo aproximado es de 60 usd

Puedes también llegar en avión al aeropuerto Internacional Cotopaxi, ubicado a 4 kilómetros de la ciudad.

En tren hay dos rutas: Quito – Latacunga o Ambato – Latacunga. Puedes consultar la ruta de los volcanes en este sitio web. 

QUÉ HACER Y QUÉ VER EN LATACUNGA:

Además de caminar por toda la ciudad, también puedes visitar el Parque Nacional Cotopaxi a unos 30 kms de la ciudad, donde se encuentra el volcán activo más alto del mundo: El Cotopaxi (5897msnm). Aunque el Parque acepta visitas todo el año, te recomiendo averiguar antes de ir ya que a veces lo cierran al público por seguridad.

FIESTA DE LA MAMA NEGRA:

Esta fiesta declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado se celebra en dos fechas:

El 23 y 24 de septiembre

La primera semana de noviembre, que es la fiesta de celebración de su independencia.

INFO PRÁCTICA LAGUNA DE QUILOTOA:

Cómo Llegar: Desde la terminal de Latacunga sale un bus a las 9:30am que te deja en la entrada de los miradores por 2 usd. Tardas aproximadamente 2 horas y media en llegar. Si vas, te aconsejo sentarte del lado opuesto al conductor. Yo lo hice y la vista es impresionante.

El bus de regreso lo tomas en el mismo lugar donde te bajas. En caso de perderlo (como a mí me pasó) debes tomar un transporte que te lleve hasta Zumbahua y allí tomas otro bus que te lleve a Latacunga.

Desde Latacunga te ofrecerán tours organizados por 50 – 60 usd. Honestamente pienso que es algo que se puede hacer por libre.

En Quilotoa hay hostales, hoteles, restaurantes, baños públicos y un oficina de turismo. Por supuesto los precios son más elevados que en Latacunga.

También puedes hacer un trekking alrededor de la laguna. Tarda aproximadamente unas seis horas.

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Mi cara de felicidad lo dice todo

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Lina Maestre
Lina Maestre
Soy Lina. Viajera, creadora de contenido, autora y emprendedora. Soy la que escribe, toma fotos y edita este blog. Nací en Colombia y he viajado en solitario y en pareja por más de 40 países. Soy autora del libro El Arte de viajar sola y la creadora de Ellas por el Mundo (una agencia de viajes para mujeres). Acá encontrarás relatos de viajes, consejos y guías de destinos e inspiración para tus viajes. Puedes ver mi día a día a través de Instagram.

5 Comments

  1. […] con Lina de Patoneando que nos traslada a Ecuador, en concreto a Latacunga: de la laguna de la Quilotoa a la Mama Negra. Nos asomamos a la que podría ser la laguna más bonita en Latinoamérica, en el cráter de un […]

  2. Montserrat dice:

    Fantástico viaje!! Me he emocionado al recordar mi viaje por esos maravillosos parajes de Ecuador.. gracias ..

  3. Rodrigo dice:

    Soy ecuatoriano y no me he animado a conocer todo el Ecuador aun, este mes de noviembre espero irme a Latacunga a la fiesta de la mama negra y si puedo ir al Quilotoa ; saludos y espero que te vaya bien en lo que te encuentres haciendo; cuando vengas otra vez por Ecuador , con mi esposa y nena gustoso de recibirte a cambio de grandes conversaciones de tus viajes…

    • Lina Maestre dice:

      Hola Rodrigo! Muchas gracias por tu mensaje. Tu país es hermoso, así que encantada de regresar. Aún no sé cuándo pero de seguro lo haré, muchas gracias por la invitación 🙂 Abrazo a los tres!

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